lunes, 8 de julio de 2013

LOS SABERES DOCENTES

Algunos investigadores en educación plantean el trabajo docente desde la perspectiva del “oficio de enseñar” (E.Litwin, 1999, P. Perrenoud, 2004), identificando el  problema del conocimiento en la formación inicial y continua. 

 Esto tiene su anclaje en las demandas -históricas, políticas, sociales- que la sociedad plantea hacia la educación  y que permea través del curriculum como propuesta político- pedagógica, a la vez que articula con proyectos político-sociales más amplios.
Estos proyectos pueden ser sostenidos por los grupos de poder que los impulsan y lo determinan como una exigencia político-ideológica, ya que los elementos que se incorporan en el curriculum son aquellos estimados como valiosos por los grupos dominantes de la sociedad. Sin embargo, logran introducirse en sus “intersticios” (Frigerio, 1996) elementos culturales pertenecientes a la “otredad”. De manera que se enfrentan intereses contradictorios de diversos grupos y sectores sociales;  mientras algunos tienden a ser dominantes y hegemónicos, otros tienden a oponerse y resistirse a esa dominación.
En esta tensión es que se inscribe el docente con su práctica pedagógica. Entre los conocimientos a ser transmitidos que fueron producidos en otros contextos y lógicas (ámbitos académicos), y los nuevos conocimientos que serán construidos al mediar la interacción de los sujetos pedagógicos en el aula y en la Institución educativa, que en base a negociaciones y conflictos encontrarán posibles soluciones acerca del acceso, la distribución y producción de saberes que se enseñan y se aprenden en la escuela.    
El dilema se centraría en si se enseña transmitiendo saberes o si se enseña construyendo saberes y entonces, la próxima tensión será cómo se legitiman esos saberes y qué relación tienen con la construcción de la autoridad pedagógica.

La práctica docente se puede concebir como un medio y como un fin en la formación de educadores. Como un medio, porque es a través de la práctica misma que se aprende su ejercicio (saber hacer), y como un fin, porque la meta de este proceso formativo (saber-saber) es preparar docentes que sean capaces de desarrollar buenas prácticas pedagógicas, en el sentido más amplio del concepto. El docente practica la teoría y teoriza sobre la práctica en una dialéctica constante. Esta concepción de la práctica como praxis incluiría 3 niveles de sistematización conceptual (Schön, 1987):la reflexión en la acción, la reflexión de la acción y la reflexión sobre la acción.

Maurice Tardiff en el texto Los saberes del docente y su desarrollo profesional,
Capítulo 1: “El saber de los docentes en su trabajo” explica las diferencias entre transmisión y producción del conocimiento culturalmente validado y las condiciones en la que se realiza el trabajo docente, entendiendo que los saberes que se enseñan en las escuelas son generados en los ámbitos académicos (identifica y define: "saberes profesionales, saberes curriculares y saberes disciplinares") , en los cuales el profesor no tiene ninguna injerencia en su definición y selección y ha perdido el control del proceso de producción. Pero a pesar de estos condicionantes, los saberes producidos en la práctica pedagógica constituyen el núcleo vital de su trabajo. La participación en intercambios con otros docentes (compartiendo hacia el interior de su escuela o en otros espacios, por ejemplo congresos) posibilitaría la legitimación de los “saberes experienciales” con el fin de comprender las lógicas de su producción, visibilizando así los procesos de construcción y reconstrucción de los conocimientos que se producen en la propia práctica. 

      En conclusión, los saberes que producimos con nuestro trabajo se transforman en el mismo proceso, en herramientas (cognitivas, psicológicas, emocionales, epistemológicas, filosóficas, éticas, sociales, políticas, pedagógicas, didácticas) que desplegaremos para resolver situaciones de aula, referenciadas en un determinado tiempo y contexto en los que interactuamos con sujetos sociales diversos,  y que se manifiestan a través de tomas de decisiones (dimensión ético-polítca) y  discursos pedagógicos (dimensión comunicacional) que dan cuenta de los saberes experienciales construídos en el trabajo docente cotidiano en el aula y en las Instituciones educativas.


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