Comenzaron a transitar la trayectoria más compleja en la formación inicial de grado preparándose -desde la comprensión de los contextos institucionales y áulicos, usando los métodos de la observación participante y las ayudantías-, para experimentar sus primeras prácticas docentes ante grupos de estudiantes de Escuelas Secundarias en el Partido de La Costa.
Esta preparación inicial implica dialogar /entrevistar a los docentes titulares de las materias y con los estudiantes para conocer (que?) y luego re-interpretar los datos relevados para comprender las dinámicas áulicas que nos ayuden a diseñar nuestras clases y llevarlas adelante reduciendo no solo la incertidumbre sino también las posibilidades de fracaso ante una clase en la que no pueda producirse el acceso al conocimiento, ni su distrubución y mucho menos su producción, centralidad de nuestro trabajo pedagógico desde la perspectiva constructivista..
Estamos ante la implementación del curriculum en acción, y se reconstruye desde las narraciones que los profesores nos hacen de sus experiencias. Al respecto “Narrativa docente, prácticas escolares y reconstrucción de la memoria pedagógica” nos dice sobre este tema:
“En cambio, cuando cuentan experiencias pedagógicas relevantes y están bien construidas, las historias escolares y los relatos de enseñanza que narran en primera persona los/as docentes constituyen materiales inigualables para conocer lo que hacen, piensan y sienten los/as que habitan y hacen la escuela. En tanto narraciones profesionales que problematizan el acontecer escolar y el trabajo pedagógico desde la perspectiva de sus actores, son materiales documentales densamente significativos que llaman e incitan a la reflexión, la conversación informada, la interpretación, el intercambio, la discusión horizontal entre docentes. Y en tanto materiales comunicables que pueden ser acopiados y difundidos, manifiestan potencialidades inéditas para la reconstrucción de la memoria pedagógica de la escuela y del currículum en acción, ya que muestran una parte importante del saber pedagógico producido por los/as docentes cuando se despliegan la experiencia escolar y las prácticas de enseñanza. Sin embargo, como venimos afirmando, esos cuerpos de saberes, relatos y experiencias en la actualidad no encuentran estrategias y vías adecuadas para ser rescatados, sistematizados, comunicados, criticados, por sus protagonistas y autores/as, y también por otros/as docentes. De esta forma, las posibilidades de documentar aspectos “no documentados” de la práctica escolar se diluyen y, con ello, se desdibujan oportunidades importantes para desarrollar la profesionalidad de los docentes y fortalecer la identidad y quehacer pedagógico de las escuelas”. (Extracto de “Narrativa docente, prácticas escolares y reconstrucción de la memoria pedagógica”, Mod I, Ministerio de Educación de la Nación, 2003)
La riqueza de estas narrativas nos permiten “aprender a ser profesores”, es decir, apropiarnos de los gestos, de las habilidades, de los discursos, de las formas, de las estrategias que cada uno ha construido a lo largo de sus trayectorias profesionales, colaborando con la profesionalización de estudiantes de Nivel Superior.
“Por ser espacios sociales densamente significativos, las escuelas están surcadas por relatos, por la mezcla híbrida y sedimentada de discursos de distinto tipo. Algunos de esos discursos son “oficiales”: están dichos y escritos en el lenguaje técnico que requiere la administración de los aparatos educativos. Los ejemplos más importantes de este tipo de relatos son las prescripciones curriculares, las planificaciones y los programas educativos gubernamentales.
Se presentan casi siempre como discursos científicamente ponderados y técnicamente calibrados, que comunican a las escuelas, docentes y estudiantes los mandatos públicos para la escolarización. Otras historias, en cambio, se cuentan y se intercambian al ras de las experiencias que tienen lugar en las escuelas. Estas historias se narran con las palabras y estilos que usan los actores de esas experiencias para ordenarlas, estructurarlas, otorgarles sentido y valor moral, para acompasarlas a sus propias vidas, según sus propias creencias y en función de sus propias aspiraciones. Se dicen y se escuchan en el juego de lenguaje de la práctica. Las escuelas están saturadas de historias, y los docentes son a un mismo tiempo los actores de sus tramas y los autores de sus relatos.”
(Narrativas docentes y prácticas escolares. Hacia la reconstrucción de la memoria pedagógica y el saber profesional de los docentes por Daniel Suárez, Paula Dávila Y Liliana Ochoa De La Fuente)
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